No resulta tan difícil dar con laicos de prestigio que han adoptado la fe
cristiana como norma de vida. Unos practican su fe en el anonimato, mientras
otros no tienen inconveniente en confesarse creyentes.
Algunos son capaces
incluso de desnudar su fe en público. Necesitamos de estos cristianos que, al margen de todo proselitismo, pero
también de todo complejo, no esconden su opción creyente, sino que la razonan y
se enorgullecen de ella.
Sueño en que alguno de estos laicos de vez en cuando sea entrevistado en
las páginas de un periódico de renombre y sus respuestas revelen la
inteligencia y madurez deseadas.
Resultaría un contrapeso a los sapos y culebras que salen de la boca de otros
entrevistados que visceral y militantemente se muestran contrarios a la fe y a
la Iglesia. La entrevista tendría más o menos le siguiente contenido.
¿En dos palabras: qué significa para usted ser cristiano?
La parábola del buen
samaritano resume lo que significa ser cristiano. Jesús habló mucho de la
solidaridad entre los seres humanos. Más incluso que del culto y la oración,
aunque no hay por qué separar ambos extremos. Somos lo que hacemos y no lo que
decimos o pensamos. Téngase bien presente esta profunda afirmación.
Usted no tiene inconveniente en poner en público su fe. Normalmente no
sucede así. Algunos se aprestan a declarar su ateísmo incluso antes de que se
lo pregunten.
En un ambiente tan
variado y plural como el que vivimos, de libertad de expresión y de asociación,
no veo por qué no pueda manifestar mi fe. Es una opción totalmente legítima.
Hay quien se enorgullece de sus creencias espiritistas o santeras. ¿Por qué
debería esconder mis creencias cristianas cuando considero que ofrecen un modo
de vida liberador para la persona y benéfico para la sociedad?
Entonces, ¿no está de acuerdo con eso de que la fe es algo privado que no
tiene por qué interferir en la vida social?
Claro que no. El
creyente es ciudadano a la vez y no puede separar las dos dimensiones. La fe es
una experiencia interior, pero que necesariamente se proyecta en la dimensión pública.
Sólo así logra hacerse visible e interpelar al prójimo. Si Jesucristo se
hubiera limitado a cultivar su experiencia interior habría fallecido cargado de
años.
Años atrás se escribió un libro con el título: “el Dios en quien no creo”.
¿En qué Dios no cree usted?
No creo en el Dios que
ya criticaron los llamados “maestros de la sospecha”. Ellos renegaban de la fe
y yo la confieso, pero algunas de sus críticas las comparto. Dios no está ahí
para generar sentido de culpa ni para condenar. Dios no es un vano consuelo
para el individuo temeroso de la muerte. No es el recurso al cual acudir donde
no alcanza la ciencia. No debe construirse un Dios a semejanza del hombre y
proyectar en él nuestros sentimientos, quizás mezquinos. Dios no puede
empequeñecerse hasta el punto convertirlo en un ser vengativo, peor que cualquiera
de nosotros. Dios no ejerce de represor de la sexualidad ni del afecto.
Los jóvenes apenas pisan las Iglesias. ¿También para ellos es el mensaje
evangélico en el siglo XXI?
El mensaje del Evangelio
no tiene fecha de caducidad. Si se entiende bien es capaz de entusiasmar el
corazón de cualquier adulto o joven que no sea inmune a las mejores inquietudes.
Claro que antes es preciso superar numerosos tópicos negativos, prejuicios de
toda clase...
Los medios de comunicación no ayudan en este sentido....
Por eso digo que hay que
superar los tópicos y los prejuicios. Los medios por lo general van a la
búsqueda del lado oscuro de la Iglesia. El pecado existe en la iglesia y en sus
representantes cualificados. En parte a eso se debe que la institución haya
perdido credibilidad y prestigio. Pero muchísimas noticias sobre la Iglesia se
presentan de modo sesgado y hasta con mala intención. Y cuando ciertos lectores
escriben su comentario en la web, vomitan toda la bilis desde el anonimato,
insultan sin pudor. Algún mecanismo inconsciente debe habérseles atascado. Deberían
dejarse examinar por un especialista.
Porque el haber de la Iglesia no está vacío....
¿Quiénes están al frente
de la mayoría de los hospitales que cuidan de los infectados por el SIDA en el
África subsahariana? Religiosos y sobre todo religiosas. ¿Dónde van a pedir
alimentos quienes sufren la crisis en su carne y ni para comer les alcanza? No
a casa de los políticos, ni de los militares, sino que se plantan ante las
puertas de las Iglesias, de las Instituciones como “Caritas” o “Manos Unidas”.
O simplemente se dirigen donde creen que les acogerán: a la parroquia más
cercana.
¿Existe hoy en día espiritualidad en mayor o menor medida que en tiempos
anteriores?
Difícil medir estas
cosas. Pero todo ser humano es capaz de experimentar el hecho espiritual. Hay
quien tiene estas experiencias en el interior de una confesión religiosa y
otros fuera. La espiritualidad no es patrimonio exclusivo de ninguna religión. Ahora
bien, quien no logra tener jamás una experiencia espiritual, ni ante un paisaje
embelesador, ni en el embriagador intercambio de afecto, ni ante la profundidad
de la vida, anda muy escaso de sensibilidad humana.
1 comentario:
Buenísimo !!!!!!!!!! Comparto tu sueño, hace falta laicos que hablan así, no obstante creo que los clérigos deberían hablar y presentarse también con la misma autoridad sin proselitismo que a veces en lugar de auxiliar la tarea evangelizadora de la Iglesia, la dificulta.
Gracias!
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