El Santuario de Lluc, donde reside el autor.

El Santuario de Lluc, donde reside el autor.

viernes, 3 de abril de 2009

Pastores malhumorados

El que “mira por encima”: eso es lo que significa obispo/epískopos. No en el sentido que uno podría suponer de mirar por encima del hombro de modo engreído, sino por cuanto al obispo le toca vigilar y cuidar de la grey. Lo del engreimiento, en todo caso, no tiene que ver con la etimología griega.

No me atrevería a escribirlo yo, pero ya que lo dijo un obispo (según atestigua el sacerdote y periodista Pedro M. Lamet) no rehuyamos el sano humor de sus palabras. Dijo el tal -en privado, eso sí-  que la mitra era la prolongación de un vacío. O que también podía entenderse como el apagavelas de la inteligencia. Y añadía: a veces son hombres capaces y estudiosos, pero en cuanto les dan un báculo, no sé qué les pasa que se les nubla la vista.

Preocupa que la Iglesia, encargada de predicar la buena noticia vaya adquiriendo una muy mala imagen. Además, resurge un neoanticlericalismo cerril que, en buena parte, lo suscitan las intervenciones destempladas y los modales bruscos de muchos pastores. La buena noticia no es compatible con actitudes desconsideradas y con censuras permanentes.

Abundan las emisoras de radio y televisión que hablan mal de la Iglesia, más que las que hablan favorablemente. Otro tanto dígase de los periódicos. Y mejor echar un tupido y púdico velo sobre los comentarios que aparecen en los blogs y periódicos del espacio cibernético.  

Sufrir por la defensa de unos valores humanos y espirituales vale la pena, sin duda, pero no por la incapacidad de presentar con gozo la buena noticia o por los malos ejemplos de quienes están al frente.

Es preocupante la desafección de un amplísimo sector de la gente joven, la distancia de intelectuales y artistas, la antipatía de muchas feministas y la hostilidad de buena parte del mundo obrero. Están dejando a la Iglesia por imposible. Y eso sabe mal a los que han tratado de acercarse a estos sectores a través de la cultura y del mutuo respeto.

Parecen desmoronarse muchísimos esfuerzos postconciliares. Es de fuerte actualidad lo que ya decía el iracundo Nietzsche: otra cara debieran poner para convencerme que han resucitado. No andan del todo huérfanos de razón quienes así razonan. Con un palo en una mano y un cráneo en la otra no se consigue dar la impresión de que uno vive gozosamente su fe.  Las vestimentas obsoletas y los rostros agrios no son un buen reclamo para atraer seguidores. Hay que aprender a sonreír y a vender mejor el producto de la Buena nueva. Porque chirría eso de repartir la buena noticia con cara de pocos amigos.

No se empeñen los pastores en conducir a la grey a golpe de báculo. Resultará mucho más atinado recurrir a los amables silbidos del Buen Pastor, que decía: "Venid a mí los que estáis agobiados, que yo os aliviaré".





No hay comentarios: