El Santuario de Lluc, donde reside el autor.

El Santuario de Lluc, donde reside el autor.

martes, 18 de enero de 2011

Dios, un invento de los curas

Es sabido que en la época de internet, los blogs y los diarios digitales emiten información a ritmo incansable. Los cerebros de los internautas la reciben como terreno mojado sobre el que llueve con persistencia. Tan es así que, en un principio, el lector apenas reacciona a los estímulos. Luego, al paso del tiempo regurgita, por así decir, algunos párrafos o ideas sorbidos previamente en la pantalla. Pero ya la web regresó al ciberespacio y la memoria le perdió el rastro a la dirección.
Exactamente eso es lo que le pasó a quien escribe estas líneas. Ignora quien firmaba la información ni en qué página se alojaba. Mientras leía el artículo de marras no se inmutó ni conmovió, pero al cabo de poco tiempo le golpearon por dentro los datos de una encuesta.
Garrafal incultura
No era para menos. Resulta que un tercio de la juventud actual en España piensa que Dios es un invento de la Iglesia y/o de los curas. Con lo cual uno se queda de piedra. Porque si no se pone en duda la sinceridad de los jóvenes, la cual enarbolan como una de sus máximas virtudes, hay que abominar de su nivel cultural.
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob del que habla la Biblia, y que tanto impactó a Pascal, es un invento de los curas. ¡Casi dos milenios antes de que los curas existiesen! Así lo cree un numerosísimo colectivo de jóvenes. El Dios de los musulmanes -espero que mi cuello se mantenga a buen recaudo- es un invento de la Iglesia católica. Y otro tanto el Dios del hinduismo (con una tradición de 5.000 años) y del sintoísmo. Y el de las religiones más primitivas como el animismo. Todos los dioses retoñan gracias a las artimañas tramadas por los curas. Seguramente para sacarle dinero al personal.
La incultura avanza a pasos agigantados. La efervescencia de millones y millones de seres humanos que en la antigüedad y en el presente cobijan la inquietud del infinito y creen que el origen de cuanto existe tiene a Dios por Hacedor, han caído de bruces en la treta que prepararon los curas.
Lamentabilísima la ignorancia y la tosquedad, por no apelar a la barbarie, de ese tercio de jóvenes españoles que atribuye a la Iglesia el invento -el artificio, el engaño- de la existencia de Dios. El Ministerio de Educación debería aplicar el estado de alarma o emergencia porque la cuestión deja de ser un asunto de creencias para convertirse en tema de elementalísima cultura. Materia de enciclopedias y bibliotecas.
¿Increencia o estulticia?
La noticia me genera una duda y una inquietud. Este tanto por ciento ¿hay que clasificarlo como increyentes o como meros incultos? ¿O como incultos increyentes? ¿O como increyentes incultos? ¿O las dos cosas a la vez? Pues el despropósito no se confunde con la falta de fe. Ni la estulticia se equipara a la increencia.
Quizás no haya que escribir hoy día un libro como el que se publicó años atrás titulado “España, país de misión”. Habrá que escribir otro cuyo título aluda a la incultura. De todos modos, es cierto que se abre un dilatadísimo campo para la misión. La evangelización tiene ante sí un vasto campo de trabajo. Porque estos mismos jóvenes, además de declararse agnósticos o ateos, consideran que la religión es un asunto sin la menor importancia, superstición de tiempos periclitados, tema superado por la ciencia.
Con tales precedentes es más que comprensible que la Iglesia-Institución sea escasamente valorada. Tanto o menos que el estamento político, que ya es decir. A partir de ahí, lo de asistir a misa los domingos les suena ya a chino -y perdonen los tales- a muchos de estos jóvenes.
Por supuesto, no están exentos de culpa en este terreno quienes viven una fe rutinaria y acartonada. Ni buena parte de la jerarquía que se muestra agresiva contra quien no comulga con sus ideas. Agresiva, reacia al diálogo y añorando los viejos tiempos en que desplegaba su autoridad sin trabas. No digiere que el Estado se declare aconfesional. Si bien es verdad que algunos medios de comunicación se ensañan con los defectos de la Iglesia y los magnifican. 
Ahora bien, una cosa es señalar los defectos, los malos ejemplos de la Iglesia y otra declarar sin más que Dios es un invento de los curas. Que no todo cabe en el mismo saco. Lo dicho: la incultura campa por sus fueros. El tema religioso en el caso que nos ocupa no es, pues, asunto de increencia, sino de estulticia en primer lugar.

No hay comentarios: