El Santuario de Lluc, donde reside el autor.

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sábado, 12 de mayo de 2012

¿Qué es eso de la inteligencia espiritual?


A estas alturas quien más quien menos ha escuchado acerca de la llamada inteligencia emocional. La raíz remota de la expresión y el concepto tiene su origen en Howard Gardner que se refirió a las inteligencias múltiples. Lo cual responde a una precisa realidad. Nadie es inteligente sin más, sino para algo en concreto: la música, la orientación espacial, las matemáticas, los idiomas, la filosofía… 

Posteriormente otro autor llamado Daniel Goleman tuvo un enorme éxito al dar a luz el concepto de inteligencia emocional. Entendía con el mismo la capacidad de identificar las emociones, expresarlas y canalizarlas de modo que, a la postre, no dañaran la persona de quien procedían ni a la gente de su entorno. 

Un paso más apareció, ya a principios de nuestro siglo, el concepto de inteligencia espiritual de la mano de Zohar y Marshall. En el mundo anglosajón, así como en Estados Unidos, obtuvo enseguida una gran repercusión.

La expresión remite a la capacidad del ser humano de interrogarse acerca del sentido último de la existencia. Las otras inteligencias no disponen de las debidas antenas para captar este sentido. Por supuesto, hablamos de inteligencia espiritual obviando cualquier confesión religiosa en concreto.

Qué es y cómo se desarrolla

Dicen los entendidos que esta inteligencia no se transmite tanto por instrucción cuanto por interacción. Del mismo modo que se aprende la lengua materna -por interacción y por estímulos externos- de igual modo sucede con la inteligencia espiritual. 

Gracias a ella el ser humano se capacita para la búsqueda de sentido. Formula preguntas relativas al por qué y para qué nos encontramos en este mundo, qué nos es dado esperar… 

Este tipo de inteligencia nos permite distanciarnos de la realidad -siempre tan bulliciosa- y así lograr una crítica imparcial, una mayor libertad y sentido del humor. En una palabra, nos indica que no estamos atrapados por el medio, como les sucede a los animales, sino que gozamos de un mundo propio y libre (hasta cierto punto, claro).

La inteligencia espiritual ofrece las herramientas para que consigamos asombrarnos y maravillarnos ante la realidad. Es decir, ante la belleza encerrada en la pintura, la literatura, la música, los paisajes, la intimidad con el prójimo…

Con este tipo de inteligencia desarrollamos el sentido holístico. Nos experimentamos unidos al Todo. Sin caer en ningún género de panteísmo, no hay duda de que este sentimiento ayuda a desarrollar relaciones más armónicas. Los grandes maestros orientales consideran estos objetivos los más importantes y auténticos.  

Dicho todo esto, ¿cómo un individuo puede lograr el progreso en la inteligencia espiritual? ¿Cómo cultivarla? El profesor Francesc Torralba, muy interesado en divulgar estas enseñanzas y un intelectual muy apreciado en los últimos años, indica cuatro vías.  

1) La práctica asidua de la soledad. En la calma y la soledad se halla el humus que invita a plantearse preguntas. Ahí es donde germina la vocación y el proyecto de vida.  

2) La práctica de la reflexión. Con la reflexión –que siempre tiene algo de filosofía- se ponen en pie numerosos interrogantes que se daban por sentados. Entonces acaece el asombro y la comprensión profunda de las cosas, así como una toma de conciencia de la identidad de la propia persona.  

3) El contacto con el arte. Hay composiciones musicales -clásicas o no- que le transportan a uno al país de la belleza y lo elevan al éxtasis. Y lo que se dice de la música cabe ampliarlo a cualquier tipo de arte o de relación humana amistosa. Estas experiencias abren una ventana hacia la trascendencia.

4) La experiencia de fragilidad. Cuando asoma la enfermedad en la vida, cuando el envejecimiento se hace más palpable, cuando se acerca el final, los interrogantes acerca del sentido bullen en toda su plenitud. 

Los beneficios de la inteligencia espiritual

Se preguntará el lector: ¿y qué saco de todo ello, cuáles son los beneficios contantes y sonantes? Es evidente que no se trata de beneficios financieros ni de ventajas sociales. Si bien es cierto que una vida bien asentada y sosegada proporciona beneficios a la hora de generar iniciativas de diverso tipo.  

La inteligencia espiritual desarrollada se distancia de la cultura del usar y tirar, del zapping, de la necesidad de los constantes estímulos externos. Contribuye en gran medida a hacer un proyecto de vida, aun cuando haya que remar contra corriente.  

La inteligencia espiritual es capaz de mirar con el corazón que, como es sabido, profundiza en mayor medida que la de los ojos. Busca lo auténtico y fundamental en las relaciones humanas. Todo lo cual lo refleja en la conversación superando las frivolidades, los tópicos y las habladurías.

En cambio, cuando la inteligencia espiritual se atrofia sobreviene un estado de desasosiego equivalente a lo que Sartre llamaba la náusea y los existencialistas vacío existencial. No es extraño que un tal sentimiento desemboque en algún tipo de violencia o de conducta autodestructiva. 

El citado profesor Torralba considera un gran error educar como si sólo el ser humano tuviera tres dimensiones: la biológica, la psicológica y la social. ¿Por qué arrinconar la dimensión espiritual? Sin esta inteligencia es muy probable que el individuo tropiece en el abismo del fanatismo o el maniqueísmo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
EN LA CONDUCCION DIARIA

Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

Ejemplo:

Ceder el paso a un peatón.

Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

Poner un intermitente

Cada vez que cedes el paso a un peatón

o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años