El Santuario de Lluc, donde reside el autor.

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miércoles, 10 de agosto de 2016

Mueren los autores de la Teología de la Liberación

He recibido la noticia de la muerte de Teófilo Cabestrero con una dosis de nostalgia. Su obra a favor de la teología de la liberación fue muy amplia. Y no sólo escribió, también actuó en lugares difíciles. No se arredró ante circunstancias que exigían una valentía superior a la media. Asocio su fallecimiento a otros reconocidos autores que han caminado por la misma senda. Autores de edad provecta que pronto desparecerán de nuestro mundo: Pedro Casaldáliga, Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez…

Teófilo Cabestrero
En la cresta de la ola
Comulgué con las ideas centrales de esta Teología, especialmente cuando viví en República Dominicana. Se hablaba mucho de ella, estaba en el centro de numerosas conferencias, artículos y tertulias. Además, experimentaba de cerca las privaciones de los pobres. Carecían de luz, de agua potable, de horizontes... Muchos niños jamás habían salido del barrio que habitaban. Andaban descalzos y con harapos. Las niñas muy pronto eran convertidas en madres, echando así por la borda su propio futuro y el de sus hijos.  
En algunos ambientes la teología de la liberación era denostada. La misma jerarquía vaticana escribió algunos folletos (“Instrucciones”, los llamaban) sobre la misma y no era precisamente simpatía lo que desbordaba de sus páginas. Aunque también recogió al cabo del tiempo alguna que otra alabanza.
Poco a poco fueron menguando las voces que hablaban de ella. Sobretodo a partir de la caída del muro de Berlín en 1989. ¿Por qué se la arrinconó? Diversas fueron las razones. Aventuro que una de ellas reside en el prurito del hombre contemporáneo de “usar y tirar” también las ideas y programas. Los medios de comunicación se ven abocados a generar cuestiones originales para atraer la atención de los lectores o espectadores.
Además, el socialismo de procedencia soviética había fracasado… Y aunque la mencionada teología tenía un muy lejano parentesco con el citado socialismo ―si es que tenía alguno―, los adversarios de estas ideas se regocijaban, vitoreaban y pregonaban la derrota.
Leonardo Boff
En este clima le preguntaron a un santo y sabio varón si ya la Teología de la liberación había pasado de moda. Respondió de modo contundente: no, mientras existan Dios y los pobres. Gran lección en muy escasas palabras.
En una próxima ocasión tengo intención de emborronar unas cuartillas sobre algunos de los autores que más han influido en mis ideas y, en consecuencia, en mis años de docencia. Adelanto dos nombres: Leonardo Boff y José I. González Faus. No es que firme todas las páginas que han escrito, pero sintonizo con sus afirmaciones fundamentales. Ambos muestran claras simpatías por la mencionada Teología.
Leonardo Boff hace gala de una gran sensibilidad hacia los pobres que, en los últimos años ha ampliado a la naturaleza. Escribe con singular unción. González Faus sabe cómo escribir y hablar al hombre de hoy, conecta con los medios de comunicación y hace gala de una ironía muy efectiva, sin que pueda tachársela de ofensiva.
Los fundamentos inamovibles
Algunas de las grandes ideas de la Teología de la liberación son absolutamente válidas, actuales y necesarias.
·         El amor de Dios y la misma salvación cristiana requiere de un marco de libertad económica y política. Sin este ámbito de libertad, sin alguna integración social el ser humano no logra gozar de una vida digna. Y Dios quiere la salvación no sólo en el más allá, también en el más acá. Al menos, de modo inicial.
·         La meta de la liberación irradia una determinada espiritualidad. El pozo de la misma se halla en Jesús, el hombre nuevo, capaz de enfrentarse a quienes arrinconan a los pobres y a quienes se sirven de ellos.
·         La liberación exige como paso previo tomar conciencia de la realidad en que se vive. Es preciso analizar a quién beneficia la economía, el por qué existen tan enormes diferencias entre seres humanos. Porque la miseria y las injusticias no son fatalidades que le advienen a la persona, sino estructuras interesadas creadas para y por unos pocos. Aunque en un segundo paso las revistan con leyes, culturas y tradiciones…
·         Dios no quiere la situación de miseria en que tanta gente está sumida. No es su voluntad. Hay que luchar y no resignarse ante la consecuencia de la injusticia y el pecado. Por supuesto que la lucha debe hacerse con grandeza de ánimo, sin odio y tratando de evitar el sufrimiento ajeno.
·         Por todos los poros del Evangelio se urge la caridad hacia el prójimo. La mayor y más primaria caridad es la que se da a la tarea de vestir y dar de comer al necesitado.
·         Importa mucho el método elegido en la Teología de la liberación. No se parte de un texto abstracto del cual puedan deducirse variadas conclusiones. El punto de partida es la práctica de la fe en un determinado contexto. Ahí es donde vive el individuo y se cocinan sus intereses. La reflexión y la celebración deben tenerlo muy en cuenta.
Distintos ambientes
Personalmente dejé la República Dominicana a principios del 1995 para residir en Puerto Rico. ¿Motivo? El Cardenal que regía por entonces la diócesis me impidió enseñar en cualquier Universidad o Centro religioso. Le desagradaban mis artículos en la prensa local. Hace unas semanas, cuando ha sobrepasado con creces la edad de retiro, ha sido sustituido. Los haitianos tienen mucho que decir sobre su actuación. Afortunadamente no me toca a mí juzgar su comportamiento.


González Faus
No perdamos el hilo. En Puerto Rico trabajé en la Facultad de Teología que los Dominicos tienen en Bayamón. Gozaba de mucha más libertad. El Director ―fue colega del famoso biblista Crossan― era un holandés inteligente y capaz que, por cierto, también está en las últimas.
Confieso que el ambiente era distinto y las preocupaciones diarias muy otras. Dejé de cultivar intelectualmente la Teología de la Liberación, aunque seguí y sigo compartiendo sus afirmaciones. Luego regresé a España. Se me encomendó una tarea más burocrática como Vicario y Secretario de mi Congregación.
Los cinco últimos años los he vivido en Lluc (Mallorca), donde he centrado mis tareas. Atiendo a los peregrinos que suben al Santuario. Escribo en varios blogs y colaboro en algunas revistas. Tampoco mi interés inmediato se centra en la Teología que ocupa el artículo. Pero sigo creyendo firmemente que no pasará de moda mientras existan Dios y los pobres.

Pere Casaldàliga

3 comentarios:

Magdalena Gómez dijo...

Muy bien, P. Manuel. Al final de la vida, decía S, Juan de la Cruz, nos juzgarán por el amor. Y no hay más amor que preocuparse de los humildes y arrinconados por los poderosos. Me gusta la idea de que la pobreza no es una fatalidad, ues hay quien la provoca en beneficio propio.

pep dijo...

Independientemente de ser juzgados por el amor, juzgar significa aplicar un premio o un castigo, si todas las personas del mundo obrásemos de manera que al final de nuestros días pudiéramos prescindir de la idea del juicio, Simplemente, morir sonriendo, pensando que hemos hecho todo lo posible para que nadie sufra, eso ya sería el mejor premio.
pep

Unknown dijo...

Quan era jove em va impactar els escrits de la teologia de la liberación.
Aui, dia 15 d'agost, a l'Eucaristia ens han assabentat de la mort d'en Pere Casaldaguila.
Convenen vocacions semblants i ben decidides a favor dels pobres de la terra per anar suplint els qui se'n van a la terra promesa.