El Santuario de Lluc, donde reside el autor.

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jueves, 10 de enero de 2013

Una montaña emblemática

El autor en su última visita a Montserrat

En la entrada anterior no hice ni la mitad del recorrido en mi intento de expresar opiniones y sentimientos acerca de mi estancia en Montserrat, el Santuario de mayor importancia de Catalunya. Hablé de los monjes y de la Escolanía. Ahora toca comentar el impacto espiritual que produce el lugar, el significado de la Virgen morena y la montaña emblemática del catalanismo. 

Lugar de fuerte impacto espiritual 

En el siglo XVI llegó a Montserrat un guerrero vasco llamado Íñigo. Al penetrar en la basílica y ver a la Virgen, experimentó una fuerte conmoción espiritual. Aquel guerrero se quedó por una temporada junto a la montaña, en la población de Manresa. El lugar es hoy es una cueva muy visitada y apreciada, particularmente por los jesuitas. Allí vivió como anacoreta por unos meses y, diríamos hoy, con estados alterados de conciencia. 

Iñigo escribió unos famosísimos ejercicios espirituales -un tanto enjutos para mi paladar-, inició la tarea de fundar la Compañía de Jesús y se convirtió en S. Ignacio de Loyola. Pero la de S. Ignacio no es la única conversión acaecida en Montserrat. Y no sólo conversiones espirituales se han producido en la montaña, sino también sorprendentes curaciones. Sin duda el conjunto montserratino -monasterio, montaña, cueva, historia, leyendas…- produce un fuerte impacto espiritual. 

La Virgen morena 

La Virgen, sentada majestuosamente en el trono del camarín, es la perla de la montaña. Los catalanes se refieren a ella como la moreneta debido al color oscuro de su cara. La imagen actual data de finales del siglo XII, de estilo románico, aunque ciertos rasgos ya llevan a pensar en el gótico posterior. 

El Niño Jesús se sienta en el regazo de la madre, la cual sostiene el cosmos con la mano derecha. El Niño Jesús bendice con la mano derecha y en la izquierda sostiene una piña, símbolo de fecundidad y vida perenne. La postura solemne de la imagen no le resta afabilidad. 

La explicación oficial de su color es que ennegreció el barniz de la imagen al contacto con los gases desprendidos por los cirios que quemaron a su alrededor durante años. Sin embargo el color de la imagen ha hecho correr mucha tinta. Hay quien sostiene que tiene que ver con iconos y atributos de antiguas deidades femeninas de la fertilidad cuyos rostros se labraban en marfil: Isis, Cibeles, Artemisa. El marfil se oxidaba y ennegrecía con el paso del tiempo. 

Por supuesto, nada tiene que ver el color con las vírgenes modernas que el artista dota de rasgos étnicos negros. Sí es cierto que a largo de la Edad Media abundaron las imágenes de Vírgenes de rasgos europeos, aunque de piel oscura. Se las encuentra especialmente en Francia y España. Eran objeto de intensa devoción popular. 

Quienes no dudan en dar un paso adelante en terreno pantanoso y esotérico afirman que en el origen del culto a las diosas madres prehistóricas se hallan unas piedras negras caídas del cielo. Se trata de los meteoritos que reciben adoración por cuanto son generadores de vida. Un ejemplar famoso de estas piedras lo encontramos en el templo de la Kaaba, destino de peregrinaciones multitudinarias. 

Me contaba el Rector Sanromà que el día en que debía acabar el mundo, según el calendario maya, un grupo de esotéricos pretendían llevar a cabo una gran danza alrededor del dibujo geométrico (mandala) de la plaza anterior a la Basílica. La certeza comprobable es que se forman larguísimas colas a lo largo de todo el día para visitar la imagen. Diversos son los motivos, pero indudablemente muchos buscan refugio y protección en momentos de desánimos, mientras otros peregrinan con el corazón agradecido. 

El corazón del catalanismo. 

El día 12 de diciembre de 1970 unas 300 personas vinculadas a diversos sectores intelectuales, culturales y artísticos de Cataluña, decidieron encerrarse en el monasterio de Montserrat. Entre otras cosas protestaban porque el gobierno franquista había emprendido un juicio amañado -el proceso de Burgos- contra militantes de ETA. 

Entre los concentrados en el lugar había connotados personajes: Antoni Tàpies, Joan Brossa, Joan Miró, Gabriel García Márquez, etc. La iniciativa adquirió gran eco internacional. Por otra parte el Abad Escarré tuvo que exiliarse por publicar en el diario Le Monde las injusticias del régimen y la opresión sufrida por los catalanes. 

La mayoría de los monjes son favorables al catalanismo. Se admiten de otras regiones, siempre y cuando comulguen con lo que significa el Santuario y su encarnación en el entorno. Algunos son militantes catalanistas, como el monje Hilari Raguer. En el blog que publica Religión digital, no esconde para nada sus preferencias. Sostiene su postura con argumentos históricos. Y es que casi nunca Catalunya ha encajado en España. Las actuales tensiones no son cosa de ayer. 

Bien es verdad que hace unos 13 años se generó un notable conflicto entre distintos grupos de monjes pertenecientes a diversas generaciones. Los más antiguos sostenían que Montserrat debe ser símbolo de amor a la tierra y un referente en cuanto a las celebraciones litúrgicas de calidad. Otros piensan que la cuestión del catalanismo debiera ser secundaria. Y el tercer grupo considera que ellos deben ser monjes benedictinos sin ulteriores pretensiones. El hecho es que estas opiniones trascendieron a la prensa, se mezclaron con acusaciones turbias y el conjunto desembocó en un cambio de Abad y en el exilio temporal de algunos monjes. 

El conflicto no tuvo demasiada repercusión entre la gente sencilla. Para el catalán promedio desde siempre Montserrat ha sido símbolo del catalanismo y sigue siéndolo. Por supuesto, todas las celebraciones son en catalán. Sólo una mente prejuiciada y sectaria podría condenar que en el corazón de Catalunya se hablara otra lengua. 

Dejo todavía para una siguiente entrada el Montserrat del misterio.

1 comentario:

vicente dijo...

Espero nos agasaje con el prometido tercer bloque sobre la mitica montaña. He saboreado a placer sus dos publicaciones del Monasterio que me han transportado a las varias visitas que he realizado al cenobio y he sentido la sensación de estar recorriendolas de nuevo,dibuja tam bien los espacios, edificios y moradores que todo cobra relieve y dinamismo. . .una gozada