Niño. Originalmente era el protagonista de la Navidad. Consta
en libros antiguos y predicaciones de tiempos añejos que se celebraba el
aniversario de un niño al que los creyentes llamaban Dios. En estos días, antes
que la TV emprendiera el vuelo y que las rebajas de los grandes almacenes
alcanzaran el actual protagonismo, todo giraba a su alrededor. Poco a poco se
concluyó que también cabía celebrar la Navidad sin Niño y hoy en día apenas
resulta un elemento de mera decoración. Suele representársele en yeso o
plastilina y se coloca en un rincón de la casa para entretener a los pequeños.
Diciembre. Último mes del año. Días de frío y nieve en Europa. Las
sobremesas se alargan hacia finales de mes, se excita la ilusión de los
pequeños, los regalos pasan de mano en mano. La presión consumista se exaspera.
Debido a estos fenómenos las tiendas se animan de modo espectacular y generan
cuantiosos beneficios. Se le conoce también como el mes de los comerciantes.
Leyenda. Anomalía que acontece a determinados hechos con alguna
base histórica. La imaginación popular los desenfoca y deforma. Mientras quedan
al margen aspectos esenciales, otros secundarios crecen monstruosamente.
Fenómeno comparable a la cirugía estética, aun cuando no pretende embellecer,
sino endulzar. La leyenda, en efecto, sirve para entretener a los pequeños en
las largas noches invernales. Algunos creyentes se interesan incluso más por el
buey y la mula, por los ríos de plata y los angelitos que por el misterio de un seno
repleto de Dios. Cuando la leyenda continúa el proceso de degradación se
transforma en un idilio insípido o un infantilismo anecdótico.
Solsticio. Época del año en que el sol pasa por uno de los dos
trópicos. El de invierno casi coincide con la Navidad. Los días comienzan a
ganar en claridad. La luz se sobrepone a la oscuridad. Antes de que existiera la
Navidad precisamente se celebraba el combate victorioso de la luz contra la
penumbra en estos días. Los paganos de tiempos pasados tenían la impresión de
que la vida da círculos ininterrumpidos. A la oscuridad le sigue la luz y
viceversa. Los paganos de hoy también tienen la impresión de que la vida es un
círculo que se muerde la cola: a las fiestas que tienen la nieve como escenario
les siguen las que acontecen en la playa.
Camino. Se dice del sendero que conduce a alguna parte. En
sentido figurado el gran camino lo comenzó el Niño Jesús hace 2000 años. En
este camino no transita el convencionalismo, ni el fariseísmo, ni el fanatismo
ni otros conceptos acabados en “ismo”, como egoísmo. Camino por el cual avanza
sobre ruedas todo cuanto tiene que ver con la sinceridad, la sencillez y la
fraternidad. Pero un camino que no lleva a parte alguna resulta frustrante y si
se termina en el ayer es inútil. De ahí que Navidad sea un camino por el que
andar aquí y ahora.
Cinismo. Conviene a la actitud de aquel que celebra el
veinticinco de diciembre entre pompas de cava sabiendo que ello a nada
compromete. O a aquel que brinda con la copa no obstante prever que mañana todo
volverá a la normalidad de las cosas serias: el trabajo, la gasolina y los
sindicatos. O también del que lima las aristas de los sucesos puntiagudos para
hacerlos inocuos y sacarle el mayor provecho posible.
Indigestión. Se dice de la excesiva injerencia de alimentos que el
aparato digestivo no logra asimilar. En las proximidades de Navidad tal parece
que entra dentro de la normalidad sufrir indisposiciones de este tipo. La
palabra se atribuye también de modo figurado a las ceremonias largas y
fastuosas de la noche de Navidad en el templo, particularmente cuando las
dirige un celebrante con poca traza.
Utopía. Anhelo experimentado en Navidad, pero que no se cumple
plenamente en las condiciones presentes. Tiene estrechas vinculación con las
proclamaciones de los viejos profetas al desear que las espadas de conviertan
en arados y los lobos pazcan junto a los corderos. También tiene que ver con
sueños de profetas más recientes: … llegará
un día en que nadie se fijará en el color de la piel, en que los sillones de
los ministerios los ocuparán personas interesadas en el servicio del bien
común…
Reino. Palabra muy común en los evangelios. Jesús vino a
implantar el Reino de Dios en nuestro mundo. Esencia de este Reino es la justicia,
la paz, la fraternidad. Los creyentes adoptan el compromiso de extenderlo.
Inexplicablemente muchos han olvidado el Reino extasiados ante el Rey. Corren a
adorar al Niño y construyen pesebres de yeso y azúcar, encienden lucecitas y
cantan villancicos. Necesitan todo el tiempo para los efluvios sentimentales,
las líricas místicas y los recuerdos de sabor mítico.
Ocurrencia. La que tuvo el mismo Dios, que habría rechazado por indigna más de una piadosa señora de misa diaria y más de un diplomático funcionario del Estado Vaticano. Resulta que a Dios Padre le ocurrió poner en práctica un plan desconcertante. Que un Niño naciera en el anonimato, entre un par de pobres, en un establo improvisado, adornado con telarañas (que andando el tiempo se metamorfosearían en brillantes bolas de colores). Un Niño que merecía la adoración de los humanos porque era mucho más que un Niño.
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