El Santuario de Lluc, donde reside el autor.

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viernes, 1 de enero de 2016

Carta al año nuevo



Bienvenido, año nuevo

Querido año: te imagino como un rollizo recién nacido. Vas a tener vida breve: tan solo 365 días para pasar luego a este cementerio de años que debe existir en alguna parte. Al nacer estimulas las esperanzas y los anhelos de los seres humanos. Por lo general eres bien recibido, incluso con estrépito y algarabía.

Sin embargo, no te fíes de las apariencias. Tu aparición en mitad de la noche no raramente provoca la nostalgia, marca un hito en el desvanecimiento de viejas utopías y hunde un poco más en el escepticismo o la amargura. De ahí las voces, las uvas y las campanas. Todo este frenesí pretende ahuyentar los miedos como quien canta en la oscuridad.

A medida que vayas desgranando tus días irás repartiendo gozos y penas. Cuando el 31 de diciembre te encuentres decrépito y desdentado, la gente ―a la que habrás sostenido por 12 meses en tu regazo― te dará la espalda y repetirá su atolondramiento con los ojos puestos en tu sucesor. 

¿Sabes que algunas personas viven el paso del tiempo con angustia, cual capital que se les esfuma irremediablemente? Piensan que tienen un año menos y no un año más. Luchan impotentes contra este adversario invencible que es el tiempo. Se amargan, claro, y desfallecen. 

Otros, en cambio, sienten que los años les llevan de la mano hacia los brazos de Dios Padre. Conservan su frescura y espontaneidad. El niño que un día fueron se mueve y patalea dentro de ellos, se resiste a morir. Por eso son capaces de irradiar calor humano en su mirada y de soñar despiertos. Viven a tope, gozan de los detalles más insignificantes, apuran todas las sanas oportunidades que les brindas a lo largo de tu existir.

Las horas a precio de saldo

Te lo diré confidencialmente, querido año nuevo. Me preocupan los ingentes desperdicios de minutos y horas que se amontonarán a lo largo de tu reinado. ¡Cuántas horas estériles! ¡Cuántos sueños que no sirven para descansar, sino para vivir en modorra permanente! El sonambulismo anda más extendido de lo que se diría. 

Si los desperdicios de tiempo fueran visibles, allá desde el espacio se les identificaría como un enorme cementerio de coches desguazados. Lo siento por ti, año nuevo, en tu primer mes de vida, pero tu generosidad no va a ser correspondida. Los humanos convertirán depositarán sus horas en cúmulos de residuos inútiles, como los arsenales de desperdicios que se amontonan en los basureros.

Mi deseo es que al final de tus días no tengas que vender a precio de saldo innumerables horas estériles. Todas estas horas dilapidadas en la modorra de los crucigramas ni siquiera terminados, en los amoríos fastidiosos de las series televisivas o en las carreras de los policías persiguiendo al malhechor. Las tardes perdidas en torno a una radio que berrea canciones insulsas acompañadas con recurrentes tragos de alcohol. 

Hay que vivir el tiempo con una mentalidad avara. Una sana y permitida avaricia en este caso. No me opongo, por supuesto, a los paseos oxigenantes, a escuchar una música que ponga bálsamo en las heridas interiores. Nada tengo contra las conversaciones de sobremesa que alivian el corazón de preocupaciones excesivas. Tales cosas no equivalen a perder tiempo, sino más bien a ganarlo. 

Pero sí me parecen sinsentido las horas muertas ante la tele o gastadas en conversaciones estúpidas, en un letargo interminable. ¡Con la de cosas que se pueden hacer en la vida! Es preciso vivir a tope. Nada más triste que dar por finalizada la biografía antes de morir.

Ruegos y lamentaciones 

Tengo mis quejas que voy a exponerte en confianza. Como cada año, pequeño 2016, también nos regalas una pequeña cantidad de sebo y una dosis de prudencia excesiva. Nos amordazas levemente la boca con el fin de hallar mil excusas para callar cuando debiéramos hablar. Pretendes que compremos el hecho como fruto de la experiencia. 

Además, a tu llegada hay que cambiar la agenda. Muchos planes inconclusos se desvanecen en la oscuridad. Hay que poner al día las direcciones de amigos y conocidos. Preciso es borrar algún nombre porque el tal falleció. O porque desapareció sin dejar rastro o porque se distanció insensiblemente. La pátina que el tiempo le pone a las cosas se deja sentir. Con tu llegada nos clavas espinas dolorosas.

Pero también nos abres a la esperanza. No quiero conformarme con que este año nos traiga cosas menos malas, pues deseo que nos las traiga buenas. No estoy de acuerdo en que no empeore la situación social, sino que confío en su mejoramiento. No me parece refrán afortunado aquel el que canta que cualquier tiempo pasado fue mejor. No veo por qué el hombre maduro y el anciano deba decir “en mis tiempos…” Mientras vive, uno tiene todo el derecho de llamar “mis tiempos” a los que discurren frente a él. 

Perdona estas disquisiciones recién nacido 2016. Ya tendrás tiempo de adquirir tu propia filosofía. No quiero abrumarte más. A tu edad hay cosas que no son para tus oídos ni para tu mente apenas abiertas a la luz de la conciencia. 

Un abrazo    

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