El Santuario de Lluc, donde reside el autor.

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miércoles, 12 de marzo de 2008

Del superhombre al supermercado


¿Quién no ha oído hablar de la muerte de Dios en el discurso que Nietzsche pone en boca del famoso loco? Y no menos conocida es su propuesta de que el superhombre llegará e invertirá, como si de un calcetín se tratara, los valores sustentados sobre el cristianismo.

Pues no hace mucho leía un juego de palabras sobre el superhombre y supermercado. No le faltaba razón al escritor del suelto. Venía a decir que originalmente se le asigna al superhombre la tarea de superar el arraigo de la moral cristiana y echar el vuelo montado sobre nuevos valores. A partir de ahí las cosas cambiarán y, poco a poco, quedará fuera de combate la moral cristiana.


Lo cierto e indiscutible es que hoy en día la economía es la piedra angular de la sociedad y el mandamiento sobre la cual se encierran los demás. Lo dijo incluso el obispo Casaldáliga, aunque con intenciones nada laudatorias: fuera del mercado no hay salvación.

No ha sido el superhombre, sino el supermercado el que se ha llevado el gato al agua, es decir, el que ha liberado a la humanidad. Como lo leen. El supermercado ha conseguido mucho más de lo que se le asignaba al superhombre. En esto marró sus predicciones el filósofo de los célebres bigotes.

Pero, ¿de qué la ha liberado? De la compasión, de la igualdad, del amor al prójimo… Por cierto, valores muy cristianos, a la vez que muy humanos. A cambio el supermercado nos ha atado a la ambición, la avaricia, la injusticia. Y con todos estos antivalores construye una enorme maza que usa para machacar a los seres humanos más desvalidos y a los pueblos en vías de desarrollo.