Cada dos años
todos los santuarios de España son convocados para un encuentro de intercambio
de experiencias y profundización académica entorno de lo que sucede en los
santuarios. Por supuesto que en la cita sólo asiste una pequeña minoría, pero
normalmente se trata de los santuarios de mayor proyección. Yo estuve
representando el de Lluc (Mallorca).
Introducción y
escenario
El encuentro lo
organizó el Departamento de Santuarios, Peregrinaciones y Piedad popular, de la
Conferencia Episcopal Española. Asistieron unas 70 personas. Nos visitaron unos
cinco obispos a lo largo de los tres días. Se desarrolló desde el 30 de
septiembre al primero de octubre. El lema era: muéstranos a Jesús.
Tuvimos como
escenario el santuario y monasterio de Guadalupe, de inicios legendarios, como
sucede con frecuencia con los santuarios y las imágenes que alojan. La talla va
vestida, como era costumbre siglos atrás, pero también porque se encuentra en
un estado deplorable, según explicaba el Prior franciscano del monasterio. El
lugar tiene mucha historia debido a que lo frecuentaron los antiguos reyes de
Castilla y el descubridor de las Américas.
No me propongo hacer
una relación de lo que vimos y escuchamos, sino simplemente reproducir unas
notas telegráficas de lo que me pareció más interesante. La primera ponencia la
dictó el obispo auxiliar de Barcelona y presidente de la Comisión de Pastoral
de la CEE, en la que se cobija la pastoral de los santuarios.
El título de la
ponencia: el rostro de Jesús presente en los escritos del Francisco. Hacía
alusión a un rostro alegre que nos contagia la alegría. Pero nuestro corazón
puede sucumbir a la tristeza si se cierra y no deja entrar a los demás. Remitía
al rostro de una Iglesia en salida. Tenemos que dejar atrás la propia
comodidad, como Abraham y Moisés. Debemos caminar hacia las periferias
existenciales. Finalmente abundaba sobre el rostro de la misericordia. La misericordia
triunfa del juicio. El poder de Dios se muestra ejerciendo la misericordia (S.
Tomás y la liturgia).
Experiencias: una
pastoral desde el corazón
Lo que se espera
del santuario es que sepa acoger. Ahí tiene su misión principal. A diferencia
de la parroquia otorga más relieve al misterio, acentúa el papel de la
naturaleza, la relación de fraternidad entre las personas, la comunión con los
antepasados, la identificación con una misma cultura...
El ambiente del
santuario es más anónimo y mucha gente hoy en día necesita liberarse de las
miradas poco amistosas del prójimo. Todo el mundo tiene cabida: el extranjero,
el inmigrante, el refugiado, el visitante casual...
A menudo el
peregrino es hostil a la Iglesia y a la parroquia. El Santuario puede reconciliarle
y por ello està obligado a abrir las puertas físicas, como también las
figurades. El peregrino vive momentos de preocupación, sufrimiento, gozo o
agradecimiento, lo cual le hace proclive a la confidencia. Conviene escucharlo.
La espiritualidad de quienes están al frente del santuario se llama acogida.
Acogida en los
aspectos materiales: instalaciones, materiales litúrgicos, audiovisuales... Además
conviene planificar las actividades y pedir opiniones al respecto. Por eso es
necesario que la responsabilidad sea compartida, que haya un grupo de pastoral eficiente.
Un proyecto
social en Arantzazu
El Rector de este
lugar explicaba que querían ir más allá de los actos convencionales en el clima
de crisis en que se encontraba la Sociedad. Deseaban comulgar con los que más
sufren, imitar a S. Francisco de Asís aportando un poco de alegría a los más
pobres. No en vano pertenecen a la Orden franciscana.
Acordaron brindar
una estancia de tres días en el monasterio, todo pagado. Se les ofrecían
visitas guiadas a diferentes lugares: el parque, el centro de interpretación...
les sugerían talleres de música o pintura, visitas al museo...
Los invitados
gozaban siempre de plena libertad para escoger las actividades que más les
complacieran. No se les exigía ningún gesto de carácter religioso. La
invitación estaba abierta a cualquier religión. Los grupos escogidos elegían
según peticiones y posibilidades: síndrome down, discapacitados físicos o
psíquicos...
Las atenciones se
tenían a través de los voluntarios. Mucha gente ha quedado agradecida y también
admirada de tales iniciativas. Han servido para concientizar a voluntarios, a gente
de dentro y de fuera.
De la
financiación los proyectos se ocupa el Gobierno vasco al cual se le presentaban
previamente. También ayudaban las campañas realizadas entre los feligreses durante
la cuaresma.
¿Qué podemos
hacer en el año del jubileo de la misericordia?
· Crear una
atmósfera religiosa, cautivar el peregrino remitiendo a la atmosfera misteriosa
del lugar (sobre todo si tiene un papel importante la naturaleza) y de las
tradiciones.
· Cuidar con
esmero las celebraciones y homilías.
· Tener muy
presente el papel central de Cristo resucitado, sin despreciar los gestos de
religiosidad popular.
· Promover la
formación de laicos y cofrades, así como conversaciones a los novios, jóvenes y
otros grupos. Aprovechar las webs que se tengan y remitirlos a ellas.
· Proporcionar
material informativo sobre el santuario, así como oraciones significativas.
· Abrir puertas
físicas, pero también las espirituales, es decir: disposición a escuchar, a
abrirse a las "periferias existenciales", en la pastoral de
divorciados.
· Un posible
lema: la Virgen, consuelo de los penitentes y esperanza de los pobres.
· Programar algún
proyecto de carácter social, por modesto que sea.
1 comentario:
En los santuarios, en su mayoria marianos, se respira un halo de trascendencia, de piedad y silencio apto par elevar el tono espiritual del visitante. De ahí que, como bien indica, lo importante de la acogida y sobre todo el acompañamiento. Estos dos componentes pueden y de hecho sucede, son excelentes herramientas de catequesis e instrumentos que inviten a la conversión. Nunca olvidaré el impacto que me causo un anciano sacerdote con su amable, tierna y reverencial acogida seguida de una muy preparada explicación de la historia del santuario a un nutrido grupo que por primera vez lo visitamos. Todo eran loas a la pericia del cura, a la forma de articular gestos y palabras que dejaban trasparentar el ardor que dentro le consumía. Ignoro si consiguió despertar el sentimentalismo o movió los corazones en profundidad pero a mi me pareció una táctica muy acertada y seguro que a ninguno de los visitantes dejó indiferente
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