Los indicios son abundantes y visibles. Muchos artículos en la prensa
digital y de papel están convencidos de que Urdangarín usó y abusó de sus
vínculos con la familia real. También lo piensa así la Fiscalía anticorrupción
de Baleares. Por su parte el juez tuvo que interrogarle a lo largo de muchas
horas sobre asuntos turbios que no llegaron a aclararse.
La actitud políticamente correcta exige que se considere a nuestro hombre
inocente hasta tanto no se le condene. Incluso hay voces alegando que la
hostilidad de cierta prensa hacia el duque se debe a una veta de
republicanismo. O que el yerno del Rey es un personaje ideal para convertirlo
en chivo expiatorio al hallarse encumbrado por su matrimonio, construirse un
palacete y llevar un alto ritmo de vida. La inquina nacería de la pura envidia.
Llamémosle presunto inocente para ser políticamente correctos, si bien este
protocolo cada vez me incomoda más. Pues se observa que no raramente los jueces
dictaminan por una diferencia mínima de votos, sobre todo cuando la causa es de
tipo ideológico. Se da el caso de que los votos de un signo proceden de quienes
fueron elegidos por uno u otro partido… Luego uno escucha determinadas
grabaciones telefónicas o inauditas confesiones de súbita pérdida de memoria y
el protocolo de la presunta inocencia acaba desmoronándose.
Después de todo, uno no es o deja de ser culpable porque lo diga el
tribunal de turno. Simplemente hay que actuar como si -una vez dictada sentencia- este señor fuera culpable o
inocente. Las sentencias civiles para nada afectan al fuero interno. Reconozco
que lo correcto en política y en sociedad consiste en ser consecuente con la
sentencia. De lo contrario se instalaría el caos. Reconozco también que si una
ley o una sentencia va contra la conciencia personal o contra la justicia
evidente es preciso desacatarla en la medida que a uno le corresponda.
El tal Urdangarín, Duque por gracia de su boda con la hija del Rey (otra
ganga, la de tener por padre a un rey) es un
exjugador de balonmano al que su carrera se le antojó corta y siguió dando
pelotazos. Sus excompañeros de equipo cobran al parecer un promedio de 2.500 €
al mes. El yerno ha acumulado inexplicablemente una fortuna de 11 millones,
según leo en la prensa. Urdangarín, el insaciable, podría llamársele. Parapetado
detrás de la Casa Real daba sablazos a diestro y siniestro. Y es que todavía
debe funcionar aquello de que “si rechazas mi propuesta te enterarás de quién
soy”. Desde luego, lo decía en términos más suaves e implícitos, tampoco vamos
a exagerar.
El Duque montó un entramado societario para apoderarse de
fondos públicos y privados a través de una entidad sin ánimo de lucro. Se ha
sabido que el príncipe azul no hizo el servicio militar alegando sordera.
Reconozco sin el menor sentido de culpa que no he leído el libro de Pilar
Urbano sobre la Reina, pero sí una cita en la que Doña Sofía dice del yerno: “Es
bueno, buenísimo y tiene un fondo espiritual y moral enorme. Un hombre muy
sensible, muy bien educado, atento y además espontáneo, alegre y animado”. Sin
comentarios.
“La justicia es igual para todos”, dijo el Rey. Cuesta
creerlo cuando quienes hunden bancos por su afición a la burbuja inmobiliaria
siguen impunes y al retirarse se asignan sueldos millonarios. Unos dineros públicos que
inyectó el Estado al banco precisamente obligado por la ineptitud del Director
o por su ambición desmedida.
Confiemos en que la justicia es igual para todos. Aunque
se haga cuesta arriba digerir que a la Infanta no se la llame a declarar “porque nada tiene que ver con el asunto”.
Ella que era vocal o secretaria de uno de los organismos y firmaba actas. Ella
que ciertamente sabía del palacete y de los pisos comprados en Palma. ¿O quizás
desconocía estos datos? ¿O tal vez era la timidez lo que impedía preguntarle a
su esposo de dónde sacaba tanto combustible?
Evasión de capital e impuestos, creación de una trama de
sociedades que transitaban por el Reino Unido y Belice, facturas sin
justificación, cobros exagerados que no se correspondían con las tareas
llevadas a cabo. Tales son los cargos que se le imputan al Duque y que otros excolegas
han confirmado.
Un personaje tan decidido a la hora de hacer negocios nos
sorprende ahora con su actual timidez y súbita pérdida de memoria. Mientras
estaba en la cresta de la ola se mostraba valeroso y seguro de sí. Ahora,
frente a las consecuencias de su obrar, aparece más bien apocado, si es que no
cobarde. No sabe, no recuerda, era su socio quien transgredió la ley, le
falsificaron la firma... Desconocía lo que ocurría en sus empresas… Él era una estatua
silente que nada veía cuando sus socios saqueaban las arcas públicas. Él sólo
pasaba por allí casualmente.
Hoy día el paro, los recortes y la crisis taladran manos
y pies de muchos ciudadanos. Para más escarnio no acaba la veta de los saqueos
de dinero público y siguen los sueldos obscenos de algunos banqueros y
políticos. Los discursos oficiales dicen que los tiempos son recios y todos
tenemos que apretarnos el cinturón. No es de extrañar que al Duque le
insultaran cuando iba a declarar al juzgado, justamente en una calle cercana a
la avenida llamada “Els Ducs de Palma”. Muy comprensible.
1 comentario:
Un poco fuerte el artículo, pero más fuertes fueron los fraudes. Cuando la gente no llega a final de mes a otros les sobra sueldo para lustros y decenios.
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