No ocurre con frecuencia dado que la gente suele comportarse de modo educado o, al menos, estas son las apariencias. Pero de vez en cuando sí que en el Santuario de Lluc (Mallorca), donde resido, algún peregrino airado se hace notar contestando en castellano en las funciones litúrgicas. No es sólo por ignorancia del catalán. Queda claro, por el tono y el volumen de la voz, que, más que rezar, protesta porque la liturgia recurre a un idioma que le desagrada, Hace pocos días un señor entró en la sacristía gesticulando y reclamando que lo que procede es hablar la lengua mayoritaria.
Una reflexión sobre este particular, aun cuando muchos ya han tomado postura y que, como decía Einstein, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Quienes blanden estos prejuicios normalmente leen poco y, desde luego, no lo hacen en catalán. La reflexión, pues, tiene una función algo terapéutica para los que ya están convencidos, aparte de intentar poner en orden algunas ideas sobre el particular.
La lengua es el primer punto de referencia en el ámbito del nacionalismo y la identidad. Nada extraño, pues, que se convierta en el campo de batalla donde luchan encarnizadamente los que están a favor del catalán / mallorquín y los que lo quisieran ahuyentar.
Favorecen la lengua mayoritaria
Los adversarios de la lengua vernácula en Mallorca tienen sus estrategias y argumentos. En primer lugar favorecen la lengua mayoritaria en el Estado. Quizá hablan de bilingüismo, pero para ellos las lenguas sirven para comunicarse y nada más.
En este punto conviene decir muy claro que no. Van mucho más allà de la comunicación. Porque se da el caso de que la lengua tiene un montón de valores añadidos a lo que es propiamente el objetivo de la comunicación. La lengua lo ha hecho el pueblo a través de los siglos y en el dorso le ha dejado su huella.
Hay expresiones típicas que no admiten traducción. Hay refranes y modos de hablar íntimamente relacionados con la tierra, relatos que tienen que ver con la historia y la cultura del pueblo. Todo un patrimonio cultural que se revela como el alma de la etnia y el país. Con la excusa de la lengua común no se puede arruïnar un tal patrimonio. Quien quiera vivir en esta tierra ha de tenerlo muy en cuenta. Sólo así actuará con respeto y delicadeza.
No es lo mismo, no, comunicarse con la lengua que se ha aprendido en el seno materno que con la que se ha asimilado durante horas de estudio o escuchando sonidos extraños en la televisión. La lengua propia es la única que puede expresar todos los matices de los sentimientos y emociones de quien habla. Las otras sirven para comunicarse, cierto, pero no sirven para elaborar poesía.
Ninguna lengua debe dominar?
Otro argumento de los adversarios de la lengua propia consiste en apuntar al bilingüismo como ideal. Ninguna lengua sobre la otra. Argumento engañoso, a pesar de las apariencias neutrales. Saber dos o más lenguas es indudablemente digno de elogio y supone un gran beneficio para quien las habla. Ahora bien, es de toda evidencia que justamente la lengua que representa el más profundo patrimonio de un pueblo peligra frente a la que le es ajena. En efecto, el castellano no sintoniza con el genio del catalán y a menudo lo ha arrojado con malos modos del territorio como ciertas especies vegetales o animales colonizan las del propio sitio. A la historia me remito.
En consecuencia es una libertad muy engañosa la de dejar que cada lengua se las arregle por sí misma. ¿No resultaría hipócrita asistir a la batalla entre un niño y un adulto, aparentando neutralidad y alegando que gane el más fuerte? Me recuerda los tiempos del apartheid en USA. Los negros sólo podían limpiar zapatos, se les prohibía todo otro oficio. Después decían: ¿lo ven? Los negros sólo están capacitados para hacer los zapatos limpias.
La lengua estatal tiene todas las subvenciones, todo el poder de los medios televisivos, de la radio y la prensa. Ha lastrado la catalana prohibiéndola de vez en cuando. Y ahora habría que dejar ambas en plena libertad de movimiento... ¡para que se imponga la más fuerte!
Estupendo y elogiable que las personas sean bilingües. Pero el medio, el territorio no es bilingüe. En sus entrañas nació una lengua y las otras fueron importadas. Quien no quiera caer en el cinismo deberá reconocer que lo que urge es favorecer la lengua más débil que es justamente la propia, típica, arraigada en la tierra donde se emplea.
Argumentos demagógicos
El último argumento contra la lengua, teñido con mucha demagogia, es el siguiente. El dinero que se gastaría en la promoción de la lengua, podria dedicarse a abrir más hospitales y reducir listas de espera. O a poner en funcionamiento más comedores escolares. Es preferible que la gente esté bien cuidada a que se gasten los recursos favoreciendo el idioma.
Una primera moción: para los ciudadanos más cultos y conscientes estar bien cuidado tiene mucho que ver con el cultivo de la lengua. Una segunda moción: hay mucha demagogia e hipocresía en este punto de vista. Exactamente se podría decir que los dineros dedicados al Instituto Cervantes (que favorece el castellano en el extranjero), a la Real academia o a las bibliotecas de lengua castellana sería mejor destinarlos a los quirófanos y a adquirir libros para los escolares pobres. Pero esto no se les ocurre a los defensores del bilingüismo.
Nota: quien estas cosas escribe ha producido a lo largo de su vida más textos en castellano que en catalán. Este blog está también en castellano. Primero porque lo siguen viejos amigos y estudiantes de República Dominicana y Puerto Rico, países en los cuales frecuenté alguna Universidad. Segundo, porque nada tengo en contra del castellano ni de ninguna otra lengua. Las virtudes que reconozco en el catalán se pueden proyectar en el castellano “mutatis mutandis”. Trato de juzgar estos asuntos desde la razón y no desde la emoción. Aunque de por sí resulten emocionales y hasta viscerales.
1 comentario:
Reconozco que los argumentos están bien trabados, pero algo no encaja.
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