Las redes sociales todavía no cargan con muchos años sobre sus espaldas. Aun así han dejado ya una estela de insultos y comentarios maliciosos tras de sí. Por supuesto que también han plasmado comentarios elogiosos, piropos de altura y han servido para trabar vínculos de amistad. Como todo instrumento también las redes sociales han sido usadas para lo mejor y para lo peor.
Digámoslo sin tapujos: la inmensa mayoría de las intervenciones en las redes son mediocres, insípidas y sin el menor interés. Pero algunas se salvan del naufragio. Se me ocurre que una larga fila de hombres y mujeres, de muy notable perfil, no han podido manifestarse en las redes porque nacieron a destiempo para ello. Según se mire les sonrió la fortuna porque se ahorraron absurdas pérdidas de tiempo. Pero también perdieron la oportunidad de mostrar su talento. Más de uno se habría hecho célebre y habría dejado su huella.
Pintada en un muro romano de hace dos mil años de quien evidentemente no tenía pelos en la lengua y que, al parecer, no se distinguía en cultivar las amistades: Me preguntas, Dino, qué produce mi finca de Nomentano. Escúchalo: el placer de no verte (Marcial, poeta romano del primer siglo en sus Epígramas).
Alfonso X el Sabio digirió muy bien el sobrenombre “sabio”. Es sabido que los reyes, a fuerza de presenciar cómo se doblan loas espinazos ante sus barbas, acaban creyendo que son de una raza superior. Éste, además, padecía de complejo de superioridad y se le ocurrió decir: Si hubiera estado presente en la Creación habría dado algunas indicaciones útiles.
Debo mucho, no tengo nada, el resto se lo dejo a los pobres. No se sabe si quería burlarse de los indigentes, hacer un chiste o adelantarse a los talentosos twiteros. Pero sí, la frase se halla en el testamento de François Rabelais, cuyo nacimiento se aventura a finales del siglo XV.
Posiblemente el autor de la sentencia conocía la idea de que vale más morir de pie que vivir de rodillas. El hombre, al parecer, era aficionado al transgenismo lingüístico y metamorfoseó así la frase: Dijo el mosquito a una rana desde lo alto de la jarra: vale más morir en el vino que vivir en el agua. El autor es Francisco de Quevedo en uno de sus poemas burlescos cuyo tema no era la crítica a los catalanes, a la que tan aficionado se mostraba ya, entre los siglos XVI y XVII.
Si he escrito un carta tan larga ha sido porque no he tenido tiempo de hacerla más corta. La frase salió de la pluma de Blas Pascal, el jansenista tétrico y tristón que, sin embargo, tampoco le hacía ascos a la chispa humorística de vez en cuando. La cita está sacada de sus Cartas Provinciales que escribió antes de morir (sea dicho en el mismo tono que su boutade).
Sor Juana Inés de la Cruz era monja y nada tonta por cierto. Además creía, como los buenos entrenadores de fútbol, que la mejor defensa es un buen ataque. Un día se levantó con las pilas cargadas de inspiración. Se puso frente a una hoja de papel y plasmó su pensamiento antimachista: Siempre tan necios andáis / que con desigual nivel / a una culpáis por cruel / y a otra por fácil culpáis.
Mariano José de Larra estaba empeñado en arrojarles al rostro que eran chulos, creídos y arrogantes. Se lo decía a los españoles. Tanto se ensimismó en el tema que en su artículo “El día de difuntos” escribió lapidariamente: Son españoles los que no pueden ser otra cosa. Al parecer era impenitente, pues ya había plasmado en una virtual lápida: aquí yace media España, murió de la otra media. No sabía el hombre el enorme dolor que le produciría andando el tiempo a su tocayo Mariano Rajoy, tan amante de las esencias patrias.
A Mark Twain la ironía le desbordaba en muchas de las frases que acuñaba. Además no se le conocía precisamente por respetar a las autoridades ni a la gente de la alta sociedad. A principio del siglo XX se le ocurrió decir: Suponga que usted es un idiota y luego suponga que es miembro del Congreso… Pero creo que me repito.
Ambrose Bierce era un escritor y periodista de los Estados Unidos. Escribió un “diccionario del diablo.” Con este título pueden suponer que el libro de marras no era precisamente un manual de urbanidad. En algún momento hace gala de un gran cinismo espolvoreado con una muy abundante dosis de talento: Egoísta es la persona de mal gusto que se interesa más en sí mismo que en mí.
El periodismo consiste en buena medida en informar que Lord Jones ha muerto a gente ignorante de que el tal Lord Jones estaba vivo. Frase con una buena base en la realidad la que legó para la posteridad el británico G. K. Chesterton que vivió del 1874 al1936.
La poco conocida Alice Roosevelt Longworth, escritora norteamericana, dicen que mandó coser esta sentencia en su almohada: si no tienes nada bueno que decir de alguien siéntate a mi lado. La tal señora elevó al cuadrado la maledicencia y entronizó el chisme en las conversaciones talentosas.
Me llaman la atención las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Apuesta por sentencias que se alimentan de una raíz poética y otra humorística. Además suele brindar ideas complejas en frases cortas. Dijo el tal en una ocasión: la muerte es hereditaria. Ahí queda, que decía un viejo colega.
1 comentario:
He disfrutado leyenbdo estas ocurrencias y los comentarios de su autor, Enhorabena y adelante.
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