El Santuario de Lluc, donde reside el autor.

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jueves, 20 de julio de 2017

El fenómeno del turismo religioso


Santuario de Lourdes (Francia)
¿Quién acude al santuario? No deja de ser interesante y provechoso saber su perfil. Aunque finalmente no queda sino resignarse a una respuesta imprecisa. Mientras hace medio siglo aún quedaba claro que en el país había católicos y no católicos, ahora el asunto se ha complicado. Años atrás al santuario acudían los que tenían fe con el fin de agradecer beneficios recibidos, pedir favores o cumplir promesas. A los ateos o adeptos a otras religiones —numéricamente poco numerosos— no se les ocurría ir.

En nuestro tiempo los santuarios son puntos de destino donde acuden católicos practicantes, no practicantes y esporádicamente practicantes. También van escépticos, ateos y gente que no sabe exactamente a qué categoría pertenece. En el santuario encontramos turistas que quieren conocer mundo, amantes del arte, gente que anhela paz y tranquilidad. Por supuesto que lo siguen visitando los peregrinos de siempre.

Visitantes de todos los perfiles

Hay factores que explican la gran diversidad de personas que llegan al santuario. En primer lugar, la gente hoy en día se mueve mucho más que años atrás. Dado que ha aumentado la demanda, se ha adecuado la oferta, y muchos santuarios adoptan las condiciones apropiadas para atraer visitantes. Por poner un ejemplo, Montserrat es un punto claro de destino de turistas. Las agencias turísticas explotan el encanto de la montaña y su entorno. A menor escala lo mismo cabe decir de Lluc en Mallorca o del Toro en Menorca.

El camino de Santiago lo hace mucha gente que no asume las actitudes tradicionales del peregrino. La llamada del camino, las numerosas posibilidades de alojamiento, el aliciente de contemplar arte románico, y el ejercicio corporal que supone, son motivaciones escasamente religiosas. Pero deciden a la gente a ponerse en camino. Está claro que el peregrino no busca lo mismo que el turista, si bien ambos recorren los mismos caminos, contemplan el mismo paisaje y se reúnen en el mismo hostal.

Otro factor que empuja al santuario y que dificulta la clasificación del visitante es la diferente situación corporal y anímica que vive cada uno. Se cuentan jóvenes y viejos, niños y adolescentes, escolares, matrimonios con hijos, enfermos y acompañantes, sacerdotes y religiosas. Hay quien busca consolación, mientras otros quieren mantener una tradición familiar. Algunos dan salida a los sentimientos de devoción popular y otros van a la búsqueda de un ambiente que les ayude a profundizar su experiencia espiritual. A su vez la estética, el arte o el paisaje juegan un papel nada secundario. Ciertamente todavía hay grupos que se dirigen al lugar como un colectivo que quiere vivir la fe.


Santuario de Guadalupe (Mexico) 

El lugar donde se levanta el santuario determina también en parte el perfil de los visitantes. Un santuario en medio de una gran ciudad —los Desamparados en Valencia, el Pilar en Zaragoza— condiciona diversamente que un santuario levantado en la cima de una montaña, alejado de la población. El lugar, por otra parte, se corresponde con el carácter de la población. Y así es de esperar que el ambiente del Rocío de Huelva tenga muy poco que ver con Arantzau en en el país vasco. Por supuesto que tene distinta incidencia el Santuario si interesa en el ámbito de un pueblo, de una comarca, una región o todo un Estado.

Un factor que también cuenta a la hora del desplazamiento de los visitantes, sean peregrinos o turistas, es la atención o servicio que el santuario está capacitado para dar. Los hay habitados por una comunidad religiosa o monástica. Otros están bien dotados con un equipo de responsables. En cambio, la mayoría están circunscritos en lugares aislados y tienen un donado por toda estructura de servicio. O quizás las puertas permanecen cerradas.

Ante tantos condicionamientos y circunstancias, frente a tantas diferentes expectativas, se hace urgente y necesario reflexionar la oferta que se debe elegir y los servicios a ofrecer.

Peregrinación y turismo religioso

El turismo religioso aumenta en los países más desarrollados. Los estudios realizados al respecto concluyen que un 20% del turismo mundial está motivado por el de carácter religioso. Se aventura que los centros religiosos visitados reciben cada año 235 millones de personas, cristianas la mayor parte. Son bien conocidos los santuarios que más gente atraen. Los interesados ​​en el tema apuntan que la mayoría de lugares de peregrinación en el cristianismo —un 80%—tienen que ver con el culto a la Virgen.

¿Cuáles son los rasgos que configuran el turismo religioso? Tanto un turismo como el otro presupone que el viajante dispone del tiempo y los recursos necesarios. Ambos géneros de actividad rompen con la rutina ordinaria, pero las diferencias son claras. Sobre todo, las motivaciones resultan muy diferentes. La peregrinación —a pie o en vehículo— quiere ser un camino hacia la búsqueda de Dios y hacia la experiencia religiosa. Tiene que ver con el perdón, la acción de gracias, el cumplimiento de una promesa, el inicio de un nuevo estilo de vida... El peregrino se interesa por los lugares sagrados debido a que lo mueve un sentimiento religioso. Su interés no se centra tanto en la cultura o la estética cuanto en la participación del culto. 

En el lenguaje coloquial la expresión reciente de turismo religioso se asocia a una cierta frivolidad. En cambio, la imagen del peregrino se legitima por sí misma, sin necesidad de explicaciones ni justificaciones ulteriores.

Santuario de la Aparecida (Brasil)

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