Paso mucho rato sentado frente al ordenador y conectado a esta red de redes que es internet. Lo confieso con cierto rubor, pero es así. En gran parte por exigencias del trabajo, pero no exclusivamente.
Internet me ha cambiado los hábitos de vida desde hace años. Leo muchísimo menos en papel y, por tanto, mis lecturas se han reducido drásticamente en extensión. En cambio hablo más por Skype, leo la prensa de mis preferencias, echo una ojeada a videos de youtube que me despiertan la curiosidad, ojeo diversas revistas...
Por supuesto, internet me sirve para organizar la contabilidad que me han encargado, con la ventaja/desventaja de que a kilómetros de distancia haya quien escudriñe los datos en tiempo real. Me sirve para poner en blanco y negro los esbozos de charlas y homilías que es preciso tener a punto. También veo alguna película, no me duelen prendas reconocerlo, y escucho música clásica. Todo lo cual me sale gratis. Tengo más que amortizado el aparato y el ADSL.
Pero no pretendo una confesión personal, sino constatar que internet ha cambiado drásticamente las rutinas de muchísima gente. Las religiones también se han visto afectadas por esta nueva tecnología y su presencia en las redes aumenta sin cesar. Los foros y los comentarios a noticias y editoriales han crecido de modo asombroso. Se difunden mensajes en dirección a los cuatro puntos cardinales, acontecen intensos debates, surgen agrias polémicas, se plasman viscerales insultos y hasta afloran nuevos cultos cibernéticos.
Internet me ha cambiado los hábitos de vida desde hace años. Leo muchísimo menos en papel y, por tanto, mis lecturas se han reducido drásticamente en extensión. En cambio hablo más por Skype, leo la prensa de mis preferencias, echo una ojeada a videos de youtube que me despiertan la curiosidad, ojeo diversas revistas...
Por supuesto, internet me sirve para organizar la contabilidad que me han encargado, con la ventaja/desventaja de que a kilómetros de distancia haya quien escudriñe los datos en tiempo real. Me sirve para poner en blanco y negro los esbozos de charlas y homilías que es preciso tener a punto. También veo alguna película, no me duelen prendas reconocerlo, y escucho música clásica. Todo lo cual me sale gratis. Tengo más que amortizado el aparato y el ADSL.
Pero no pretendo una confesión personal, sino constatar que internet ha cambiado drásticamente las rutinas de muchísima gente. Las religiones también se han visto afectadas por esta nueva tecnología y su presencia en las redes aumenta sin cesar. Los foros y los comentarios a noticias y editoriales han crecido de modo asombroso. Se difunden mensajes en dirección a los cuatro puntos cardinales, acontecen intensos debates, surgen agrias polémicas, se plasman viscerales insultos y hasta afloran nuevos cultos cibernéticos.
Portales y redes de carácter religioso
Las distintas confesiones de nuestro planeta dedican cada vez más energías a la red. Hasta el Papa Benedicto XVI se ha estrenado en twitter con cuentas en distintos idiomas a fin de que los fieles sepan de su actividad. Está claro, no es él quien las actualiza ni cabe pretenderlo. Por muy intelectual que sea el Papa y por mucha ayuda que le asista desde el más allá, a su edad ya no está para estos pinitos.
El Papa se hace presente en internet, pero los lectores no pueden interactuar con él. Esta comunicación unidireccional es la que han practicado siempre casi todas las religiones. Muchas de ellas siguen haciendo lo mismo, sólo que adaptan su mensaje a los medios actuales. Ofrecen sus propuestas, comunican sus actividades y están en los lugares por donde andan los fieles. Pero no dan pie a la interacción. Desaprovechan una gran oportunidad, si bien se ahorran unos ecos que probablemente hieran los tímpanos y los sentimientos más vigorosos.
En Internet se han creado todo tipo de portales de carácter religioso, tanto oficiosos como oficiales, los cuales abrigan dispares propósitos en sus entrañas electrónicas. Algunos pretenden despertar la movilización social, como por ejemplo la web HazteOir. Otros tratan de mejorar la imagen pública: así la Web Islam (de la Junta Islámica Española).
Internet supone un altavoz para grupos religiosos de base con sus propias reivindicaciones. Así es relativamente fácil encontrar webs que aglutinan colectivos críticos en el interior de una misma confesión. La Iglesia Católica, por su volumen, es probablemente la que más grupos de fieles de base -críticos con la jerarquía y la doctrina- mantiene repartidos por la red. Se da con variados grupos que a veces adquieren rasgos un tanto pintorescos.
Las polémicas religiosas en Internet
Internet es interactivo y multidireccional, y por lo tanto, el terreno perfecto para cualquier debate. Por supuesto, la religión centra una buena parte de los mismos. Porque en este tema -más que en otros- todo el mundo sabe, todo el mundo opina. Los debates entre ciencia y religión, mucho más tibios en países de mayoría católica, están a la orden del día en Estados Unidos. En el centro del debate: creacionismo contra evolucionismo. Asunto tan candente que a las personalidades relevantes con frecuencia se les pregunta su opinión al respecto.
No entro en el meollo de la cuestión. Me limito a opinar resulta penoso que un tal debate consuma tantas energías hoy en día. La ciencia es bastante elocuente. Y la Biblia no tiene que ser leída con ojos fundamentalistas.
Los comentarios anónimos que se leen detrás de algunas noticias sobre religión, particularmente sobre la Iglesia o algunos de sus miembros más relevantes, no suelen presentarse con el sello de la corrección. Algún psicólogo de categoría debería explicar cómo es posible que en estas webs interactivas se vierta una tal cantidad de bilis. Cómo es posible que el tono adquiera una visceralidad tan sorprendente. Las infamias, los insultos, los agravios, las impertinencias, las desvergüenzas, las irreverencias, las befas… parecen inagotables y a cual más desmesurada.
Queda mucho más por decir, pero ya que hablamos de internet, sigamos sus pautas tácitas: los artículos deben ser cortos, de otro modo al lector le da por pulsar con el dedo índice sobre el ratón. En tal caso en la pantalla se instalan otros contenidos y otros colores asoman en el cristal.
Así es que volveré sobre el tema para opinar, sin puñetazos sobre la mesa, acerca de estos novedosos fenómenos.
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