He recibido la noticia de la muerte de Teófilo Cabestrero
con una dosis de nostalgia. Su obra a favor de la teología de la liberación fue
muy amplia. Y no sólo escribió, también actuó en lugares difíciles. No se
arredró ante circunstancias que exigían una valentía superior a la media.
Asocio su fallecimiento a otros reconocidos autores que han caminado por la
misma senda. Autores de edad provecta que pronto desparecerán de nuestro mundo:
Pedro Casaldáliga, Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez…
Teófilo Cabestrero |
En la cresta de
la ola
Comulgué con las ideas centrales de esta Teología,
especialmente cuando viví en República Dominicana. Se hablaba mucho de ella,
estaba en el centro de numerosas conferencias, artículos y tertulias. Además,
experimentaba de cerca las privaciones de los pobres. Carecían de luz, de agua
potable, de horizontes... Muchos niños jamás habían salido del barrio que
habitaban. Andaban descalzos y con harapos. Las niñas muy pronto eran
convertidas en madres, echando así por la borda su propio futuro y el de sus hijos.
En algunos ambientes la teología de la liberación era
denostada. La misma jerarquía vaticana escribió algunos folletos (“Instrucciones”,
los llamaban) sobre la misma y no era precisamente simpatía lo que desbordaba
de sus páginas. Aunque también recogió al cabo del tiempo alguna que otra
alabanza.
Poco a poco fueron menguando las voces que hablaban de
ella. Sobretodo a partir de la caída del muro de Berlín en 1989. ¿Por qué se la
arrinconó? Diversas fueron las razones. Aventuro que una de ellas reside en el
prurito del hombre contemporáneo de “usar y tirar” también las ideas y
programas. Los medios de comunicación se ven abocados a generar cuestiones
originales para atraer la atención de los lectores o espectadores.
Además, el socialismo de procedencia soviética había
fracasado… Y aunque la mencionada teología tenía un muy lejano parentesco con
el citado socialismo ―si es que tenía alguno―, los adversarios de estas ideas
se regocijaban, vitoreaban y pregonaban la derrota.
Leonardo Boff |
En este clima le preguntaron a un santo y sabio varón si
ya la Teología de la liberación había pasado de moda. Respondió de modo
contundente: no, mientras existan Dios y los pobres. Gran lección en muy
escasas palabras.
En una próxima ocasión tengo intención de emborronar unas
cuartillas sobre algunos de los autores que más han influido en mis ideas y, en
consecuencia, en mis años de docencia. Adelanto dos nombres: Leonardo Boff y
José I. González Faus. No es que firme todas las páginas que han escrito, pero
sintonizo con sus afirmaciones fundamentales. Ambos muestran claras simpatías
por la mencionada Teología.
Leonardo Boff hace gala de una gran sensibilidad hacia
los pobres que, en los últimos años ha ampliado a la naturaleza. Escribe con
singular unción. González Faus sabe cómo escribir y hablar al hombre de hoy,
conecta con los medios de comunicación y hace gala de una ironía muy efectiva,
sin que pueda tachársela de ofensiva.
Los fundamentos
inamovibles
Algunas de las grandes ideas de la Teología de la liberación
son absolutamente válidas, actuales y necesarias.
·
El amor de Dios y la
misma salvación cristiana requiere de un marco de libertad económica y
política. Sin este ámbito de libertad, sin alguna integración social el ser
humano no logra gozar de una vida digna. Y Dios quiere la salvación no sólo en
el más allá, también en el más acá. Al menos, de modo inicial.
·
La meta de la
liberación irradia una determinada espiritualidad. El pozo de la misma se halla
en Jesús, el hombre nuevo, capaz de enfrentarse a quienes arrinconan a los
pobres y a quienes se sirven de ellos.
·
La liberación exige
como paso previo tomar conciencia de la realidad en que se vive. Es preciso analizar
a quién beneficia la economía, el por qué existen tan enormes diferencias entre
seres humanos. Porque la miseria y las injusticias no son fatalidades que le
advienen a la persona, sino estructuras interesadas creadas para y por unos
pocos. Aunque en un segundo paso las revistan con leyes, culturas y
tradiciones…
·
Dios no quiere la
situación de miseria en que tanta gente está sumida. No es su voluntad. Hay que
luchar y no resignarse ante la consecuencia de la injusticia y el pecado. Por
supuesto que la lucha debe hacerse con grandeza de ánimo, sin odio y tratando
de evitar el sufrimiento ajeno.
·
Por todos los poros
del Evangelio se urge la caridad hacia el prójimo. La mayor y más primaria caridad
es la que se da a la tarea de vestir y dar de comer al necesitado.
·
Importa mucho el
método elegido en la Teología de la liberación. No se parte de un texto
abstracto del cual puedan deducirse variadas conclusiones. El punto de partida
es la práctica de la fe en un determinado contexto. Ahí es donde vive el
individuo y se cocinan sus intereses. La reflexión y la celebración deben
tenerlo muy en cuenta.
Distintos
ambientes
Personalmente dejé la República Dominicana a principios
del 1995 para residir en Puerto Rico. ¿Motivo? El Cardenal que regía por
entonces la diócesis me impidió enseñar en cualquier Universidad o Centro
religioso. Le desagradaban mis artículos en la prensa local. Hace unas semanas,
cuando ha sobrepasado con creces la edad de retiro, ha sido sustituido. Los
haitianos tienen mucho que decir sobre su actuación. Afortunadamente no me toca
a mí juzgar su comportamiento.
No perdamos el hilo. En Puerto Rico trabajé en la
Facultad de Teología que los Dominicos tienen en Bayamón. Gozaba de mucha más
libertad. El Director ―fue colega del famoso biblista Crossan― era un holandés
inteligente y capaz que, por cierto, también está en las últimas.
González Faus |
Confieso que el ambiente era distinto y las
preocupaciones diarias muy otras. Dejé de cultivar intelectualmente la Teología
de la Liberación, aunque seguí y sigo compartiendo sus afirmaciones. Luego
regresé a España. Se me encomendó una tarea más burocrática como Vicario y
Secretario de mi Congregación.
Los cinco últimos años los he vivido en Lluc (Mallorca),
donde he centrado mis tareas. Atiendo a los peregrinos que suben al Santuario.
Escribo en varios blogs y colaboro en algunas revistas. Tampoco mi interés
inmediato se centra en la Teología que ocupa el artículo. Pero sigo creyendo
firmemente que no pasará de moda mientras existan Dios y los pobres.
Pere Casaldàliga |
3 comentarios:
Muy bien, P. Manuel. Al final de la vida, decía S, Juan de la Cruz, nos juzgarán por el amor. Y no hay más amor que preocuparse de los humildes y arrinconados por los poderosos. Me gusta la idea de que la pobreza no es una fatalidad, ues hay quien la provoca en beneficio propio.
Independientemente de ser juzgados por el amor, juzgar significa aplicar un premio o un castigo, si todas las personas del mundo obrásemos de manera que al final de nuestros días pudiéramos prescindir de la idea del juicio, Simplemente, morir sonriendo, pensando que hemos hecho todo lo posible para que nadie sufra, eso ya sería el mejor premio.
pep
Quan era jove em va impactar els escrits de la teologia de la liberación.
Aui, dia 15 d'agost, a l'Eucaristia ens han assabentat de la mort d'en Pere Casaldaguila.
Convenen vocacions semblants i ben decidides a favor dels pobres de la terra per anar suplint els qui se'n van a la terra promesa.
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